Este es el majestuoso nogal de Jesus. Le recordamos también en este reportaje en el que la magia inunda todo este terreno fértil y que nos demuestra el trabajo de generaciones y el amor a la naturaleza transmitido de padres a hijos. El padre de Jesus plantó este nogal a principios del siglo pasado y es el que preside el huerto de la familia majestuoso y desafiando a sequías y temporales.
Este nogal es el único que sigue en pie a pesar de no tener cura en el pueblo, es testigo fiel de conversaciones al amor del trabajo, cuchicheos que alimentan el no ver la tele a pesar de que a alguien le piten los oidos de vez en cuando.
No se como se declararía Jesus a su Priscila, pero quiero imaginar y seguro que es verdad que un día fresco de verano se acercaría con ella jóvenes y ajenos al sonido lejano de las campanas de la iglesia. Que ese mágico día le mostraría el nogal que plantó su padre y que ella en un despiste de el guardaría una hoja de este árbol en su bolsillo, para más tarde disecarla entre las hojas de su misal y tener vivo el recuerdo de ese día de verano en su corazón para siempre.
Que preciosidad de hojas y cuanta vida hay escondida entre las ramas de este árbol.
Arnau en su bandolera africana. Los tonos de la tela se mimetizaban con el paisaje haciéndonos invisibles.