Ayer nos regalaron cerezas. Recién cogidas. Deliciosas. Y el mediano, que es un fan total de las cerezas, se abalanzó sobre la bolsa. Pero le pedí que se sirviera en su cuenco favorito las que fuera a comer, y se las lavara él con cuidado bajo el grifo. Y así lo hizo. Y estoy segura de que le supieron todavía más ricas.