Se cuece la coliflor con un par de patatas…
Cocemos la coliflor con unas zanahorias y, una vez…
Este postre resulta muy divertido para los niños por…
Hacer una papilla con harina de garbanzos, agua y…
Una buena opción para interesarles durante las comidas es contarles cuentos que tengan como protagonistas a frutas y a verduras. La historias transcurrirían en el campo y cada vegetal tendría un papel: el plátano cantarín, la naranja bromista, la fresa amigable, la patata bondadosa… Asociar las frutas y verduras a valores positivos hará que los niños nunca lleguen a rechazarlas.
Si a un niño al que no le gusta le damos la fruta sin más, será difícil que se anime a comerla. Pero si le contamos cómo era esa fruta nada más nacer de la planta, cómo ha ido creciendo y que en muchos lugares del mundo no pueden tomarla, le iremos concienciado de la suerte que tenemos por poder comer fruta y mejorará su apreciación de estos alimentos.
Los niños son seres curiosos y siempre quieren saber más del mundo que les rodea. Explicarles que una naranja tiene toda la energía para que un nuevo naranjo crezca, les da una nueva dimensión y puede animarles a comerlas.
Con los más pequeños hay que utilizar la imaginación para que comer les resulte más divertido. Puedes hacer más atractivos ciertos alimentos cambiándoles el nombre. Por ejemplo, puedes llamar “árbol” al brécol o “monedas” a las rodajas de pepino y plátano. Otra opción es inventarse historias y orígenes exóticos. Yo les cuento a mis niños que las zanahorias son ramitas de Júpiter y que los guisantes son gotas verdes de Groenlandia. Las historias les divierten mientras comen, ¡sobre todo…