No logro hacerle comer tomate crudo a mi hijo mediano, no cuela de ninguna manera. Hasta que ayer decidí probar de la enésima forma: en gazpacho. Pensé que no se lo iba a tomar porque era algo muy nuevo y diferente. Pero le encantó! Se tomó dos tazas. Eso sí, lo hice muy suave, sin cebolla ni ajo, y con mucho pan. Y de esta manera se metió para el cuerpo al menos dos tomates (y una buena ración también de pepino y pimiento rojo!).