Se cuece la coliflor con un par de patatas…
Cocemos la coliflor con unas zanahorias y, una vez…
Este postre resulta muy divertido para los niños por…
Hacer una papilla con harina de garbanzos, agua y…
Damos demasiada importancia a comer y no a qué comer. La principal preocupación que suelen tener los padres es que el niño coma, aunque sea engañándole (y engañándose). Para solucionarlo, debemos establecer un número fijo de comidas diario y determinar qué vamos a tomar en cada una de ellas. Por ejemplo, si en el desayuno toca fruta y pan, no la cambiemos por zumo, mermelada u otro sustitutivo porque hay una variedad increíble de frutas para poder elegir la que más se ajuste al gusto de cada niño.
A la hora de comer, lo mejor es que se reúna toda la familia a la mesa y no encender la tele para hacer ese momento especial, dando más importancia a compartirlo que a la comida en sí. De manera que, si el niño no quiere comer ese día todo lo que queremos que coma, ¡no pasa nada!, seguro que no va a pasar hambre. Lo que no debemos es cambiarle la fruta por un bollo, obligarle a que se la coma o guardársela para la siguiente comida porque entonces ya tendremos otro menú planteado. Siguiendo esa dinámica, poco a poco, los niños se irán habituando a comer frutas y verduras.